Haley Joel Osment, el niño de El sexto Sentido, pasa a engrosar la lista de niños-actores arrastrados por las drogas
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Haley Joel Osment, el niño de El sexto Sentido, pasa a engrosar la lista de niños-actores arrastrados por las drogas
Debutó con cuatro años en un anuncio de Pizza Hut. Con seis fue el hijo de Tom Hanks en la oscarizada Forrest Gump. Con once tuvo su primera nominación al Oscar al interpretar al entrañable Cole Sear de El Sexto sentido -ese que en ocasiones veía muertos- y, luego, fue el niño androide de la película de Steven Spielberg Inteligencia artificial. Con estos dos papeles en su haber y tan sólo 13 años de edad, a nadie extrañaba que Haley Joel Osment fuese considerado un niño prodigio en Hollywood y que muchos directores ya pensasen en él para grandes papeles adolescentes. Recordaba su caso el de Kirsten Dunst quien a una edad muy parecida, a las órdenes de Neil Jordan en Entrevista con el vampiro, fue capaz de eclipsar en pantalla a los mismísimos Brad Pitt y Tom Cruise.
Pero no fue así. El cine es una carrera de fondo, caprichosa, y con muchos más entuertos si se empieza a transitar por ella cuando se es un niño, por ello, el celuloide está repleto de pequeñas carreras fulgurantes que acaban en la cárcel o -peor aún- directamente tiradas en la cuneta de la drogadicción. En el caso de Dunst la precocidad funcionó. Cuenta en su haber con más de 22 películas, algunas de prestigio como la brillante Melancholia, a órdenes de Lars von Trier, que estrenó el año pasado. En este 212 tiene dos por estrenar: Upside Down y Bachelorette
Osment, en cambio, engrosó la lista de actores que no han sabido gestionar su carrera y mucho menos su fama. Con la mayoría de edad recién cumplida era detenido por conducir drogado y bebido y condenado a cumplir una pena de servicios a la comunidad. Desde entonces, el pequeño niño maravilla de El sexto sentido ha puesto voz a películas de animación y a videojuegos desligándose de la interpretación, salvo una inclusión en la película Secondhand Lions en 2003. Su aspecto físico descuidado y subido de peso y una vida con algún que otro exceso, seguramente, no le ha ayudado a conseguir papeles mejores. En 2011 ha vuelto a interpretar en el filme Wake the Dead, una suerte de revisión de Frankenstein, que ni siquiera llegó al ruedo comercial.
Otros juguetes rotos
Y es que no siempre hay una fructífera carrera tras un primer papel infantil brillante. Quizás el de Osment no es de los más graves. El caso por antonomasia de carrera incipiente echada a perder viene a la mente el de Macaulay Culkin. El niño de Solo en casa comenzó su carrera artística a los cuatro años con la Filarmónica de Nueva York en una producción llamada Bach Babies. Su éxito como Kevin McAllister -el protagonista de la conocida saga infantil- lo encumbró como estrella y lo enfrentó en los tribunales a su padre y agente. Los arrestos por posesión de drogas, la prisión y los programas de rehabilitación han marcado su vida. Su último rodaje fue en 2007 en la cinta Sex and breakfast y en 2009 apareció en un episodio de la serie Kings, aunque su rastro más evidente hay que buscarlo en la fiestas alternativas y en los locales de alterne.
Algo parecido le ocurrió a la pequeña y dulce Judy Winslow de Cosas de casa. La actriz Jaimee Foxworth pasó sin pena ni gloria tras este papel por algunas clínicas de desintoxicación. Para financiar sus adiciones protagonizó papeles como actriz porno en algunos filmes.
Y es que series teen y sitcoms familiares son caldo de cultivo de jóvenes que tienen –como sucede también en el fútbol- demasiado dinero a una edad muy temprana. Tracey Gold, la aplicada Carol Seaver de Los problemas crecen, es otro ejemplo de carrera desviada. No siguió la ejemplaridad de su personaje: Fue arrestada en 2004 por conducir ebria, después de tener un accidente de coche cuando circulaba con su marido y sus 3 hijos. Fue condenada a 240 horas de servicios a la comunidad. Suerte que de esta misma serie salió Leonardo DiCaprio (era Luke) y, bueno, ¿Quién no conoce cómo le ha ido a DiCaprio?
Corey Haim, ídolo adolescente recordado por el reality The Two Coreys junto a Corey Feldman, es un ejemplo mucho más trágico de aquellos mismos años. Debutó en el drama Firstborn junto a Sarah Jessica Parker y Robert Downey Jr, un comienzo así prometía mucho, pero la fama, al contrario que a sus dos compañeros de reparto, le pasó factura en forma de sobredosis e ingresos en varias clínicas de desintoxicación. Siguió rodando hasta 2010, año en que murió de una pulmonía en circunstancias no aclaradas y con la presencia de substancias ilegales en su organismo.
Pero si hubo una serie en los 80 en la que sus actores cayeron en desgracia esa fue Arnold. Gary Coleman, el simpático niño protagonista de la sitcom acusó a sus padres de no saber administrar el dinero que ganó con la serie, una de las más populares de esa década y por la que el actor llegó a cobrar 70.000 euros por episodio. Su éxito murió con su personaje y en 2010, tras varios problemas ocasionados por su enfermedad congénita de riñón, falleció de una hemorragia cerebral. Todd Bridges, que interpretaba a Willis Jackson, fue adicto a la cocaína y una vez rehabilitado se dedicó a dar varias conferencias preventivas. Dana Plato, Kimberley Drummond en la ficción, posó desnuda para Playboy. Fue detenida por tenencia de drogas y falleció en 1999 de una sobredosis.
Otras carreras no han acabado de forma tan dramática aunque, visto el resultado en pantalla, sí podrían haberse zanjado con los primeros papeles otros –para descanso ocular de los cinéfilos-. Edward Furlong, el joven John Connor de Terminator 2: El juicio final, ha sido otro prometedor actor a quien las drogas han hecho tropezar y perder de vista buenos papeles. Más allá de American History X, en 1998, Animal Factory, junto a Willem Dafoe, y la película de culto The Crow: Wicked Prayer, Furlong ha protagonizado filmes no demasiado atinados como This is not a movie, del mexicano Olallo Rubio y poco más.
Un caso similar al de Elizabeth Berkley, la Jessie Spano de Salvados por la campana, que ha ido concatenando películas de serie B y algún "cameo! en CSI tras intentar en 1995 relanzar su carrera a golpe de carne con la película de alto contenido erótico Showgirls.
Buceando algo más en la historia del celuloide encontramos el caso de Judy Garland. La joven Dorothy de la fábula cinematográfica infantil El Mago de Oz fue durante años consumidora habitual de anfetaminas, calmantes y alcohol. No dejó de entrar y salir de hospitales psiquiátricos hasta que fue hallada muerta en 1969 un retrete por una sobredosis.
La adicción a la heroína y al alcohol también acabó con la carrera profesional y la vida de Natalie Wood. Rebelde sin causa (1955) y el musical West Side Story la situaron en la cúspide como joven promesa del celuloide. Sin embargo, sus adicciones y su complicada relación con el actor Robert Wagner le impidieron tener la estabilidad necesaria para labrarse una carrera. Murió ahogada en 1981.
Tatum O'Neal también tuvo a la meca del cine en la palma de la mano en 1973 gracias a su papel de Addie Loggins en Luna de papel por el que ganó el Oscar a la mejor actriz de reparto. Tuvo, sin embargo, una infancia marcada por las palizas de su padre y el abandono de su madre abono suficiente para una adolescencia marcada por el crack y la cocaína.
En el mismo año en que O'Neal deslumbraba también lo hacía la joven niña de El Exorcista (1973), Linda Blair. Su desgarradora y creíble interpretación prometía una gran carrera y así lo reconoció la Academia del Cine al darle por este papel un Globo de Oro y una nominación al Oscar. Sin embargo, las drogas se cruzaron en su vida y acabó condenada por posesión, en libertad condicional y asistiendo a rehabilitación.
El joven Brad Renfro también prometía con su debut en el año 1994, junto a Susan Sarandon y Tommy Lee Jones en El cliente, que era un centelleante nuevo talento. Al año siguiente el Hollywood Reporter le premió como nuevo artista joven y fue nominado como una de las personas más importantes con menos de treinta años por la revista People. Pero la historia ya la conocemos, es un dejà vu. La última parte de su carrera se obnubiló con el abuso de sustancias ilegales y otros problemas personales. Murió solo en su apartamento de Los Angeles en 2008 de una sobredosis de heroína y morfina.
Jodie Sweetin debutó en la serie de televisión La familia Hogan, también con cuatro años. Pero fue interpretando a Stephanie Tanner en Padres Forzosos cuando su trabajo llegó al gran público. Dos matrimonios desastrosos y una complicada relación con el alcohol y la cocaína la llevaron en 2009 a purgarse con el libro autobiográfico unSweetined.
Fue en esa serie donde debutaron las famosas gemelas Olsen, turnándose en el papel de Michelle Tanner. Su precocidad ante las cámaras se trasladó al mundo empresarial donde con solo seis años su padre las puso al frente de una empresa como propietarias –las más jóvenes de la historia-. Dejaron de lado su carrera actoral en 2001 para dedicarse al mundo de la moda y al poco Forbes ya las situó en 2009 en el puesto 8 de la lista de jóvenes millonarios. Las gemelas son conocidas por quemar las noche de Nueva York y Los Angeles. De las dos es Mary-Kate la que ha caído en brazos de las adicciones y es una habitual en el exclusivo club Beatrice Inn, en el West Village de Nueva York y en el Chateau Marmont de la ciudad angelina. Es el mismo estilo de vida por vía rápida que en su momento atrapó al joven actor Heath Ledger, cuya muerte, el 22 de enero de 2008 por una sobredosis accidental de medicamentos hizo centrar la atención en las Olsen, y sobre todo en Mary-Kate, que casualmente salía con Ledger tres meses antes de su muerte (fue también la primera persona a quien se notificó el hallazgo de su cuerpo).
Es en esta misma zona de copas que las Olsen frecuentan, concretamente en la acera del club nocturno The Viper Room,-en West Hollywood-, fue donde murió por sobredosis en la madrugada del día de Halloween de 1993 otro actor precoz: River Phoenix.
El patrón también se ha repetido con estrellas más jóvenes como Lindsay Lohan. A los tres años hacía anuncios de televisión y en 1998, con once, formó parte del reparto de la éxtosa The Parent Trap de Disney. Su carrera e imagen públicas se vieron oscurecidas a partir de 2007 cuando, con 21, inició un periplo en el mundo de la droga que la llevó a los juzgados. El drama aún continúa. Algo similar le ha sucedido a Dakota Fanning. Debutó con siete años en Yo soy Sam (2001) y su temprano flirteo con las drogas la llevó a ser ingresada en un centro de rehabilitación tras participar en una reciente edición del Festival Soundance. No ha dejado de lado la interpretación pero sus papeles son cada vez más escasos.
Otra estrella reciente que al poco de ser conocida por el gran público ya ha dado algún que otro escándalo es el joven Chace Crawford, conocido por su papel de Nate Archibald en la serie Gossip Girl. Arrestado por posesión de marihuana en Texas ha tenido que cumplir servicios a la comunidad.
Por suerte, todas estas son contadas excepciones. Es mucho más amplio el abanico de actores que despuntan en el cine a temprana edad y logran hacerse una digna carrera. La nueva generación que –aún- va por la buena senda está abanderada por talentos como Shia Labeouf, Channing Tatum, Eric Dane, Daniel Radcliffe, Rupert Grint y Emma Watson y también por Anna Paquin – ganadora de un Oscar por El Piano e ingenua Sookie en True Blood-. A otros como Cristina Ricci y Drew Barrymore, con sus altos y bajos, tampoco le ha ido mal. Habrá que seguirles el rastro.
http://www.lavanguardia.com/gente/20120308/54266018698/jovenes-juguetes-rotos-cine-television.html
Pero no fue así. El cine es una carrera de fondo, caprichosa, y con muchos más entuertos si se empieza a transitar por ella cuando se es un niño, por ello, el celuloide está repleto de pequeñas carreras fulgurantes que acaban en la cárcel o -peor aún- directamente tiradas en la cuneta de la drogadicción. En el caso de Dunst la precocidad funcionó. Cuenta en su haber con más de 22 películas, algunas de prestigio como la brillante Melancholia, a órdenes de Lars von Trier, que estrenó el año pasado. En este 212 tiene dos por estrenar: Upside Down y Bachelorette
Osment, en cambio, engrosó la lista de actores que no han sabido gestionar su carrera y mucho menos su fama. Con la mayoría de edad recién cumplida era detenido por conducir drogado y bebido y condenado a cumplir una pena de servicios a la comunidad. Desde entonces, el pequeño niño maravilla de El sexto sentido ha puesto voz a películas de animación y a videojuegos desligándose de la interpretación, salvo una inclusión en la película Secondhand Lions en 2003. Su aspecto físico descuidado y subido de peso y una vida con algún que otro exceso, seguramente, no le ha ayudado a conseguir papeles mejores. En 2011 ha vuelto a interpretar en el filme Wake the Dead, una suerte de revisión de Frankenstein, que ni siquiera llegó al ruedo comercial.
Otros juguetes rotos
Y es que no siempre hay una fructífera carrera tras un primer papel infantil brillante. Quizás el de Osment no es de los más graves. El caso por antonomasia de carrera incipiente echada a perder viene a la mente el de Macaulay Culkin. El niño de Solo en casa comenzó su carrera artística a los cuatro años con la Filarmónica de Nueva York en una producción llamada Bach Babies. Su éxito como Kevin McAllister -el protagonista de la conocida saga infantil- lo encumbró como estrella y lo enfrentó en los tribunales a su padre y agente. Los arrestos por posesión de drogas, la prisión y los programas de rehabilitación han marcado su vida. Su último rodaje fue en 2007 en la cinta Sex and breakfast y en 2009 apareció en un episodio de la serie Kings, aunque su rastro más evidente hay que buscarlo en la fiestas alternativas y en los locales de alterne.
Algo parecido le ocurrió a la pequeña y dulce Judy Winslow de Cosas de casa. La actriz Jaimee Foxworth pasó sin pena ni gloria tras este papel por algunas clínicas de desintoxicación. Para financiar sus adiciones protagonizó papeles como actriz porno en algunos filmes.
Y es que series teen y sitcoms familiares son caldo de cultivo de jóvenes que tienen –como sucede también en el fútbol- demasiado dinero a una edad muy temprana. Tracey Gold, la aplicada Carol Seaver de Los problemas crecen, es otro ejemplo de carrera desviada. No siguió la ejemplaridad de su personaje: Fue arrestada en 2004 por conducir ebria, después de tener un accidente de coche cuando circulaba con su marido y sus 3 hijos. Fue condenada a 240 horas de servicios a la comunidad. Suerte que de esta misma serie salió Leonardo DiCaprio (era Luke) y, bueno, ¿Quién no conoce cómo le ha ido a DiCaprio?
Corey Haim, ídolo adolescente recordado por el reality The Two Coreys junto a Corey Feldman, es un ejemplo mucho más trágico de aquellos mismos años. Debutó en el drama Firstborn junto a Sarah Jessica Parker y Robert Downey Jr, un comienzo así prometía mucho, pero la fama, al contrario que a sus dos compañeros de reparto, le pasó factura en forma de sobredosis e ingresos en varias clínicas de desintoxicación. Siguió rodando hasta 2010, año en que murió de una pulmonía en circunstancias no aclaradas y con la presencia de substancias ilegales en su organismo.
Pero si hubo una serie en los 80 en la que sus actores cayeron en desgracia esa fue Arnold. Gary Coleman, el simpático niño protagonista de la sitcom acusó a sus padres de no saber administrar el dinero que ganó con la serie, una de las más populares de esa década y por la que el actor llegó a cobrar 70.000 euros por episodio. Su éxito murió con su personaje y en 2010, tras varios problemas ocasionados por su enfermedad congénita de riñón, falleció de una hemorragia cerebral. Todd Bridges, que interpretaba a Willis Jackson, fue adicto a la cocaína y una vez rehabilitado se dedicó a dar varias conferencias preventivas. Dana Plato, Kimberley Drummond en la ficción, posó desnuda para Playboy. Fue detenida por tenencia de drogas y falleció en 1999 de una sobredosis.
Otras carreras no han acabado de forma tan dramática aunque, visto el resultado en pantalla, sí podrían haberse zanjado con los primeros papeles otros –para descanso ocular de los cinéfilos-. Edward Furlong, el joven John Connor de Terminator 2: El juicio final, ha sido otro prometedor actor a quien las drogas han hecho tropezar y perder de vista buenos papeles. Más allá de American History X, en 1998, Animal Factory, junto a Willem Dafoe, y la película de culto The Crow: Wicked Prayer, Furlong ha protagonizado filmes no demasiado atinados como This is not a movie, del mexicano Olallo Rubio y poco más.
Un caso similar al de Elizabeth Berkley, la Jessie Spano de Salvados por la campana, que ha ido concatenando películas de serie B y algún "cameo! en CSI tras intentar en 1995 relanzar su carrera a golpe de carne con la película de alto contenido erótico Showgirls.
Buceando algo más en la historia del celuloide encontramos el caso de Judy Garland. La joven Dorothy de la fábula cinematográfica infantil El Mago de Oz fue durante años consumidora habitual de anfetaminas, calmantes y alcohol. No dejó de entrar y salir de hospitales psiquiátricos hasta que fue hallada muerta en 1969 un retrete por una sobredosis.
La adicción a la heroína y al alcohol también acabó con la carrera profesional y la vida de Natalie Wood. Rebelde sin causa (1955) y el musical West Side Story la situaron en la cúspide como joven promesa del celuloide. Sin embargo, sus adicciones y su complicada relación con el actor Robert Wagner le impidieron tener la estabilidad necesaria para labrarse una carrera. Murió ahogada en 1981.
Tatum O'Neal también tuvo a la meca del cine en la palma de la mano en 1973 gracias a su papel de Addie Loggins en Luna de papel por el que ganó el Oscar a la mejor actriz de reparto. Tuvo, sin embargo, una infancia marcada por las palizas de su padre y el abandono de su madre abono suficiente para una adolescencia marcada por el crack y la cocaína.
En el mismo año en que O'Neal deslumbraba también lo hacía la joven niña de El Exorcista (1973), Linda Blair. Su desgarradora y creíble interpretación prometía una gran carrera y así lo reconoció la Academia del Cine al darle por este papel un Globo de Oro y una nominación al Oscar. Sin embargo, las drogas se cruzaron en su vida y acabó condenada por posesión, en libertad condicional y asistiendo a rehabilitación.
El joven Brad Renfro también prometía con su debut en el año 1994, junto a Susan Sarandon y Tommy Lee Jones en El cliente, que era un centelleante nuevo talento. Al año siguiente el Hollywood Reporter le premió como nuevo artista joven y fue nominado como una de las personas más importantes con menos de treinta años por la revista People. Pero la historia ya la conocemos, es un dejà vu. La última parte de su carrera se obnubiló con el abuso de sustancias ilegales y otros problemas personales. Murió solo en su apartamento de Los Angeles en 2008 de una sobredosis de heroína y morfina.
Jodie Sweetin debutó en la serie de televisión La familia Hogan, también con cuatro años. Pero fue interpretando a Stephanie Tanner en Padres Forzosos cuando su trabajo llegó al gran público. Dos matrimonios desastrosos y una complicada relación con el alcohol y la cocaína la llevaron en 2009 a purgarse con el libro autobiográfico unSweetined.
Fue en esa serie donde debutaron las famosas gemelas Olsen, turnándose en el papel de Michelle Tanner. Su precocidad ante las cámaras se trasladó al mundo empresarial donde con solo seis años su padre las puso al frente de una empresa como propietarias –las más jóvenes de la historia-. Dejaron de lado su carrera actoral en 2001 para dedicarse al mundo de la moda y al poco Forbes ya las situó en 2009 en el puesto 8 de la lista de jóvenes millonarios. Las gemelas son conocidas por quemar las noche de Nueva York y Los Angeles. De las dos es Mary-Kate la que ha caído en brazos de las adicciones y es una habitual en el exclusivo club Beatrice Inn, en el West Village de Nueva York y en el Chateau Marmont de la ciudad angelina. Es el mismo estilo de vida por vía rápida que en su momento atrapó al joven actor Heath Ledger, cuya muerte, el 22 de enero de 2008 por una sobredosis accidental de medicamentos hizo centrar la atención en las Olsen, y sobre todo en Mary-Kate, que casualmente salía con Ledger tres meses antes de su muerte (fue también la primera persona a quien se notificó el hallazgo de su cuerpo).
Es en esta misma zona de copas que las Olsen frecuentan, concretamente en la acera del club nocturno The Viper Room,-en West Hollywood-, fue donde murió por sobredosis en la madrugada del día de Halloween de 1993 otro actor precoz: River Phoenix.
El patrón también se ha repetido con estrellas más jóvenes como Lindsay Lohan. A los tres años hacía anuncios de televisión y en 1998, con once, formó parte del reparto de la éxtosa The Parent Trap de Disney. Su carrera e imagen públicas se vieron oscurecidas a partir de 2007 cuando, con 21, inició un periplo en el mundo de la droga que la llevó a los juzgados. El drama aún continúa. Algo similar le ha sucedido a Dakota Fanning. Debutó con siete años en Yo soy Sam (2001) y su temprano flirteo con las drogas la llevó a ser ingresada en un centro de rehabilitación tras participar en una reciente edición del Festival Soundance. No ha dejado de lado la interpretación pero sus papeles son cada vez más escasos.
Otra estrella reciente que al poco de ser conocida por el gran público ya ha dado algún que otro escándalo es el joven Chace Crawford, conocido por su papel de Nate Archibald en la serie Gossip Girl. Arrestado por posesión de marihuana en Texas ha tenido que cumplir servicios a la comunidad.
Por suerte, todas estas son contadas excepciones. Es mucho más amplio el abanico de actores que despuntan en el cine a temprana edad y logran hacerse una digna carrera. La nueva generación que –aún- va por la buena senda está abanderada por talentos como Shia Labeouf, Channing Tatum, Eric Dane, Daniel Radcliffe, Rupert Grint y Emma Watson y también por Anna Paquin – ganadora de un Oscar por El Piano e ingenua Sookie en True Blood-. A otros como Cristina Ricci y Drew Barrymore, con sus altos y bajos, tampoco le ha ido mal. Habrá que seguirles el rastro.
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