El crimen del deshonor
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El crimen del deshonor
Si el maldito pozo pudiera hablar… En las colinas que rodean la aldea palestina de Surif, encontramos un pozo sellado con una enorme piedra que intenta en vano esconder la vergüenza. Aquí, la palestina Ayah Baradiyya, de 21 años, fue arrojada en el olvido y castigo. 13 meses de desesperada desaparición finalizaron con el hallazgo de su cadáver.
La identidad del asesino y sus motivaciones son incluso más crueles que la muerte. El tío de Ayah, un jeque fundamentalista, decidió que Aya violaba el honor de su familia al verse sin permiso con un compañero de la Universidad de Hebrón. No era de su gusto. Así que junto a dos amigos, igualmente cobardes, decidió que el castigo debía ser ejemplar. Se la llevaron a las afueras de Hebrón y la tiraron al pozo donde la joven se pudrió sin alimentos ni bebidas.
El mal llamado “crimen de honor” de Ayah no se ha quedado enterrado como otros muchos en la sociedad palestna. La familia Baradiyya, grupos de feministas y la aldea de Surif se ocuparon de desenterrar a Ayah para denunciar una practica camuflada frecuentemente en el silencio social, político y religioso. Incluso el presidente palestino Abu Mazen ha anunciado su deseo de anular una cláusula de la Ley jordana de 1960-aún vigente en Cisjordania- que perdona o sanciona de forma muy leve a los asesinos en nombre del honor de la familia o del Islam.
En el pasado, se mataba sin que nadie supiera nada. El caso de Ayah ha provocado que la sociedad empiece a decir Basta. En nuestro entorno, la mujer está fichada por los malos hábitos y siempre hubo apoyo a los autores de estos delitos”, nos dice Ruba Natsheh, feminista palestina de Hebrón. Una década de lucha de valientes mujeres de Cisjordania puede, por fin, traer como resultado una ley que condene a los asesinos. O al menos, no les aplauda.
Natshech afirma que el Islam que ella profesa no es el Islam del asesino: “El hombre que la mató es un jeque muy religioso con ideas fanáticas pero la culpa no es de la religión. Mi padre también era un jeque pero entendía el Islam de forma diferente. Mucho más tolerante y por ejemplo me envió a estudiar. El problema no es el Islam sino su interpretación”.
El alma y la penetrante mirada de Ayah están presentes en cada rincón de la casa de Baradiyya. Ramy, uno de sus 12 hermanos, sigue en estado de shock. “Cuando la Policía nos informó que habían encontrado el cadáver de Ayah, les dije que no era verdad. No me lo podía creer. Todavía me niego a creerlo…Uff…Como una explosión en el corazón”, confiesa emocionado.
Ibrahim, el padre de Aya nunca perdonará al asesino de su “flor” como la llamaba. “Ya no es mi hermano. Es más que un criminal, es un monstruo”, advierte mientras Ayah asiente en silencio desde un cuadro colgado en el salón lleno de familiares, dolor y tristeza
Su madre repasa el álbum de fotos con la estéril esperanza que aparezca en el salón con su conocida sonrisa. “Ayah era una gran estudiante. Estudiaba inglés. Una buena chica con mucha personalidad y muy buena reputación”, recuerda entre sollozos. Su hermana añade que soñaba con estudiar en el extranjero.
La familia se reunió con Abu Mazen que prometió castigar a los responsables. La gran pregunta, sin embargo, no es si el tío de Ayah pasará muchos años en el calabozo, como garantizan los responsables de la Policía palestina a este periodista. La gran pregunta es si su muerte ayudará a acabar con estos delitos que confunden el honor con la vergüenza.
Salimos de la casa saludando a la anciana abuela de Ayah. Ciega desde los 20 años, echa de menos a su nieta. Sentada en un dramático silencio, no puede ver pero siente y llora el dolor instaurado para siempre entre los suyos. Y sigue sin entender cómo su hijo fue capaz de matar a su nieta. De hecho, nadie lo entiende.
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/orienteproximo/2011/07/21/el-crimen-del-deshonor.html
La identidad del asesino y sus motivaciones son incluso más crueles que la muerte. El tío de Ayah, un jeque fundamentalista, decidió que Aya violaba el honor de su familia al verse sin permiso con un compañero de la Universidad de Hebrón. No era de su gusto. Así que junto a dos amigos, igualmente cobardes, decidió que el castigo debía ser ejemplar. Se la llevaron a las afueras de Hebrón y la tiraron al pozo donde la joven se pudrió sin alimentos ni bebidas.
El mal llamado “crimen de honor” de Ayah no se ha quedado enterrado como otros muchos en la sociedad palestna. La familia Baradiyya, grupos de feministas y la aldea de Surif se ocuparon de desenterrar a Ayah para denunciar una practica camuflada frecuentemente en el silencio social, político y religioso. Incluso el presidente palestino Abu Mazen ha anunciado su deseo de anular una cláusula de la Ley jordana de 1960-aún vigente en Cisjordania- que perdona o sanciona de forma muy leve a los asesinos en nombre del honor de la familia o del Islam.
En el pasado, se mataba sin que nadie supiera nada. El caso de Ayah ha provocado que la sociedad empiece a decir Basta. En nuestro entorno, la mujer está fichada por los malos hábitos y siempre hubo apoyo a los autores de estos delitos”, nos dice Ruba Natsheh, feminista palestina de Hebrón. Una década de lucha de valientes mujeres de Cisjordania puede, por fin, traer como resultado una ley que condene a los asesinos. O al menos, no les aplauda.
Natshech afirma que el Islam que ella profesa no es el Islam del asesino: “El hombre que la mató es un jeque muy religioso con ideas fanáticas pero la culpa no es de la religión. Mi padre también era un jeque pero entendía el Islam de forma diferente. Mucho más tolerante y por ejemplo me envió a estudiar. El problema no es el Islam sino su interpretación”.
El alma y la penetrante mirada de Ayah están presentes en cada rincón de la casa de Baradiyya. Ramy, uno de sus 12 hermanos, sigue en estado de shock. “Cuando la Policía nos informó que habían encontrado el cadáver de Ayah, les dije que no era verdad. No me lo podía creer. Todavía me niego a creerlo…Uff…Como una explosión en el corazón”, confiesa emocionado.
Ibrahim, el padre de Aya nunca perdonará al asesino de su “flor” como la llamaba. “Ya no es mi hermano. Es más que un criminal, es un monstruo”, advierte mientras Ayah asiente en silencio desde un cuadro colgado en el salón lleno de familiares, dolor y tristeza
Su madre repasa el álbum de fotos con la estéril esperanza que aparezca en el salón con su conocida sonrisa. “Ayah era una gran estudiante. Estudiaba inglés. Una buena chica con mucha personalidad y muy buena reputación”, recuerda entre sollozos. Su hermana añade que soñaba con estudiar en el extranjero.
La familia se reunió con Abu Mazen que prometió castigar a los responsables. La gran pregunta, sin embargo, no es si el tío de Ayah pasará muchos años en el calabozo, como garantizan los responsables de la Policía palestina a este periodista. La gran pregunta es si su muerte ayudará a acabar con estos delitos que confunden el honor con la vergüenza.
Salimos de la casa saludando a la anciana abuela de Ayah. Ciega desde los 20 años, echa de menos a su nieta. Sentada en un dramático silencio, no puede ver pero siente y llora el dolor instaurado para siempre entre los suyos. Y sigue sin entender cómo su hijo fue capaz de matar a su nieta. De hecho, nadie lo entiende.
http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/orienteproximo/2011/07/21/el-crimen-del-deshonor.html
jewss- vip oro
- Cantidad de envíos : 16791
Fecha de inscripción : 28/10/2008
Re: El crimen del deshonor
Esta noticia no tiene mas importancia que otras que suceden cada dia en España asesinatos por violencia de genero.
Matar a una mujer por querer seguir su propia vida y que un hombre se crea en el derecho de ejecutarla cuando no hace lo que le interesa.
La noticia es que por fin una familia lo ha denunciado,en occidente un asesino puede matar pero sabe a lo que se expone,en estos paises los crimenes de honor no solo quedaban impunes sino que eran como una medalla para el criminal por imponer la ley y el orden religioso del Islam.
Esperemos que los tribunales actuen y sea un ejemplo para el resto.
Matar a una mujer por querer seguir su propia vida y que un hombre se crea en el derecho de ejecutarla cuando no hace lo que le interesa.
La noticia es que por fin una familia lo ha denunciado,en occidente un asesino puede matar pero sabe a lo que se expone,en estos paises los crimenes de honor no solo quedaban impunes sino que eran como una medalla para el criminal por imponer la ley y el orden religioso del Islam.
Esperemos que los tribunales actuen y sea un ejemplo para el resto.
jewss- vip oro
- Cantidad de envíos : 16791
Fecha de inscripción : 28/10/2008
Re: El crimen del deshonor
pues sí, es triste que se escuden en la religión para defender un simple caso de machismo asesino. No es un problema del Islam. Es un problema de fanatismos. Religiosos y personales.
Wooster- V.I.P
- Cantidad de envíos : 5397
Edad : 51
Fecha de inscripción : 11/02/2009
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