Aprender sin exámenes ni horarios
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Aprender sin exámenes ni horarios
Crece en Aragón el número de familias (cerca de un centenar) que apuestan por educar en casa o en espacios alternativos.A partir de las diez, los niños van llegando. Unos se balancean en unos columpios de tela que cuelgan del techo, otros hacen unos prismáticos de cartón y otra quiere hacer sumas. Una persona adulta les asiste en su aprendizaje. La escena transcurre en una casita de campo en el entorno de Zaragoza. Es otra forma de educar.
Cada vez más familias aragonesas apuestan por una educación alternativa, al margen del sistema educativo oficial: educando en casa (‘homeschooling’, muy habitual en otros países, como EE. UU.) o en espacios educativos distintos gestionados por asociaciones o grupos de familias. En el entorno de Zaragoza se han creado en los últimos años varios centros en esta línea. Comparten –con matices- una visión distinta de la educación, más abierta, más libre, en contacto con la naturaleza, adaptándose a los ritmos y deseos de cada niño. También en otras zonas de Aragón, como en el Matarraña, están surgiendo iniciativas parecidas.
Hace dos años, empezamos juntándonos varias familias que creíamos en otra manera de educar. Nos conocíamos de grupos de crianza natural o a través de amigos. Después decidimos formar una asociación y hace unos meses alquilamos un espacio”, cuentan unos padres de la asociación El Galacho, un espacio para ser y crecer. “No es necesario un colegio, con una estructura, unos horarios rígidos, asignaturas… Creemos que los niños van a aprender igual, pero a su ritmo, sin presiones, a través del juego. Tenemos que confiar más en ellos”, subrayan.
Más reciente aún es el proyecto de la asociación Waslala, que estrenó su centro la semana pasada en Montañana. Un grupo de seis familias han creado la asociación y han acondicionado un espacio educativo. Por las mañanas, acuden niños de entre 1 y 6 años. Y por las tardes realizan talleres para adultos y familias, como yoga, teatro, masaje infantil o grupos de crianza. “Queremos que cada niño aprenda a su ritmo, respetando sus necesidades e intereses. La misión del educador es acompañarles para que puedan experimentar”, afirma Piluca Pedraza, educadora de la asociación.
Pedagogía Waldorf
El proyecto más consolidado es el de la asociación O Farol, que se constituyó en Zaragoza en 2005 para promover la pedagogía Waldorf. Actualmente la forman más de 30 familias y este curso han estrenado un nuevo espacio en el barrio de Miralbueno. En España hay 13 escuelas Waldorf homologadas, desde Infantil hasta Bachillerato, y otras tantas ‘iniciativas amigas’. En el mundo hay unas 3.000 escuelas Waldorf en 90 países (esta pedagogía está respaldada por la Unesco), según explican desde O Farol.
“Sentíamos que los colegios normalmente hacen trabajar demasiado a los niños desde muy pequeños y se proyectaban muchas expectativas (adultas) sobre ellos, limitando su propio desarrollo espontáneo. Pensamos que la mejor forma de aprender es desde la ilusión y la capacidad de descubrir el mundo y experimentarlo por sí mismo, respetando sus ritmos e intereses”, cuenta Sergio Lara, padre de un niño de 4 años y miembro de la asociación O Farol.
“En una escuela Waldorf todo está muy cuidado y tiene un significado. Es una pedagogía llena de magia, de cuentos, de canciones, de teatros... Se cuida el alma infantil. Los niños están muy motivados, se potencia su espontaneidad y su creatividad, y se busca la experiencia directa con la naturaleza”, explica su decisión.
Educar en casa
Unas 30 familias educan en casa en Aragón, contando a las que tienen niños menores de 6 años, que aún no entran en la etapa escolar obligatoria. “Las familias que optan por un aprendizaje en casa no son un grupo homogéneo. Lo que tenemos en común es que decidimos no llevar a los niños al colegio, de forma consciente, porque creemos que es la mejor opción para ellos”, afirma Ana Pérez, representante en Aragón de la Asociación por la Libre Educación (ALE).
La mayoría de ellas comparten su defensa de una crianza respetuosa y un aprendizaje natural. En EE. UU. muchas familias que educan en casa lo hacen por motivos religiosos y desde una posición ideológica conservadora.
“El aprendizaje se hace de forma natural y los padres acompañan a los niños en el proceso, poniendo a su alcance los medios, respondiendo dudas, haciendo excursiones o visitas culturales, conversando, prestándoles atención... La opción de aprender en casa no está reconocida en España pero tampoco está prohibida. Son muchos los países donde sí se reconoce esta opción”, explica Ana Pérez, vicepresidenta de ALE.
“No tenemos la sensación de hacer nada malo, queremos lo mejor para nuestros hijos”, aseguran unos padres aragoneses que educan en casa a sus tres hijos de 11, 9 y 5 años. Los dos mayores fueron a un colegio convencional, pero los padres decidieron desescolarizarlos. “Ahora están más tranquilos y felices, aprenden a través del juego. Y juegan a diario con sus amigos cuando estos salen del colegio”, cuentan.
En España, por lo general, las autoridades permiten estos casos. La escolarización es obligatoria de 6 a 16 años. “En algunos casos, la Fiscalía de Menores investiga si hay un delito de abandono por no acudir al colegio. Pero estos casos se suelen archivar porque comprueban que los niños no están abandonados”, explican estos padres.
Después, hay varias opciones para reintegrarse al sistema escolar: hay niños que se incorporan en algún curso de Primaria, otros en la ESO, otros se matriculan en escuelas a distancia o se presentan por libre a exámenes a los 18 años.
Cada vez más familias aragonesas apuestan por una educación alternativa, al margen del sistema educativo oficial: educando en casa (‘homeschooling’, muy habitual en otros países, como EE. UU.) o en espacios educativos distintos gestionados por asociaciones o grupos de familias. En el entorno de Zaragoza se han creado en los últimos años varios centros en esta línea. Comparten –con matices- una visión distinta de la educación, más abierta, más libre, en contacto con la naturaleza, adaptándose a los ritmos y deseos de cada niño. También en otras zonas de Aragón, como en el Matarraña, están surgiendo iniciativas parecidas.
Hace dos años, empezamos juntándonos varias familias que creíamos en otra manera de educar. Nos conocíamos de grupos de crianza natural o a través de amigos. Después decidimos formar una asociación y hace unos meses alquilamos un espacio”, cuentan unos padres de la asociación El Galacho, un espacio para ser y crecer. “No es necesario un colegio, con una estructura, unos horarios rígidos, asignaturas… Creemos que los niños van a aprender igual, pero a su ritmo, sin presiones, a través del juego. Tenemos que confiar más en ellos”, subrayan.
Más reciente aún es el proyecto de la asociación Waslala, que estrenó su centro la semana pasada en Montañana. Un grupo de seis familias han creado la asociación y han acondicionado un espacio educativo. Por las mañanas, acuden niños de entre 1 y 6 años. Y por las tardes realizan talleres para adultos y familias, como yoga, teatro, masaje infantil o grupos de crianza. “Queremos que cada niño aprenda a su ritmo, respetando sus necesidades e intereses. La misión del educador es acompañarles para que puedan experimentar”, afirma Piluca Pedraza, educadora de la asociación.
Pedagogía Waldorf
El proyecto más consolidado es el de la asociación O Farol, que se constituyó en Zaragoza en 2005 para promover la pedagogía Waldorf. Actualmente la forman más de 30 familias y este curso han estrenado un nuevo espacio en el barrio de Miralbueno. En España hay 13 escuelas Waldorf homologadas, desde Infantil hasta Bachillerato, y otras tantas ‘iniciativas amigas’. En el mundo hay unas 3.000 escuelas Waldorf en 90 países (esta pedagogía está respaldada por la Unesco), según explican desde O Farol.
“Sentíamos que los colegios normalmente hacen trabajar demasiado a los niños desde muy pequeños y se proyectaban muchas expectativas (adultas) sobre ellos, limitando su propio desarrollo espontáneo. Pensamos que la mejor forma de aprender es desde la ilusión y la capacidad de descubrir el mundo y experimentarlo por sí mismo, respetando sus ritmos e intereses”, cuenta Sergio Lara, padre de un niño de 4 años y miembro de la asociación O Farol.
“En una escuela Waldorf todo está muy cuidado y tiene un significado. Es una pedagogía llena de magia, de cuentos, de canciones, de teatros... Se cuida el alma infantil. Los niños están muy motivados, se potencia su espontaneidad y su creatividad, y se busca la experiencia directa con la naturaleza”, explica su decisión.
Educar en casa
Unas 30 familias educan en casa en Aragón, contando a las que tienen niños menores de 6 años, que aún no entran en la etapa escolar obligatoria. “Las familias que optan por un aprendizaje en casa no son un grupo homogéneo. Lo que tenemos en común es que decidimos no llevar a los niños al colegio, de forma consciente, porque creemos que es la mejor opción para ellos”, afirma Ana Pérez, representante en Aragón de la Asociación por la Libre Educación (ALE).
La mayoría de ellas comparten su defensa de una crianza respetuosa y un aprendizaje natural. En EE. UU. muchas familias que educan en casa lo hacen por motivos religiosos y desde una posición ideológica conservadora.
“El aprendizaje se hace de forma natural y los padres acompañan a los niños en el proceso, poniendo a su alcance los medios, respondiendo dudas, haciendo excursiones o visitas culturales, conversando, prestándoles atención... La opción de aprender en casa no está reconocida en España pero tampoco está prohibida. Son muchos los países donde sí se reconoce esta opción”, explica Ana Pérez, vicepresidenta de ALE.
“No tenemos la sensación de hacer nada malo, queremos lo mejor para nuestros hijos”, aseguran unos padres aragoneses que educan en casa a sus tres hijos de 11, 9 y 5 años. Los dos mayores fueron a un colegio convencional, pero los padres decidieron desescolarizarlos. “Ahora están más tranquilos y felices, aprenden a través del juego. Y juegan a diario con sus amigos cuando estos salen del colegio”, cuentan.
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