Tanzania: colas por un milagro
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Tanzania: colas por un milagro
Todas las carreteras de Tanzania, incluso aquellas sin asfaltar, conducen hoy día al pueblo de Loliondo, en el norte del país.
http://www.rnw.nl/espanol/article/tanzania-colas-por-un-milagro
Este pequeño centro urbano en la frontera con Kenia debe su repentina aparición en el mapa, también para muchos tanzanos, a un solo hombre.
Plantas
Ambilikile Masapila, antiguo pastor de la Iglesia Luterana de Tanzania, distribuye lo que es conocido bajo el nombre de “la copa”, una poción en base a diferentes plantas por la que cobra 0,25 céntimos de euro, de los cuales 0,10 van a la iglesia, y el resto a él mismo y sus asistentes.
El hombre, de 75 años, afirma que la medicina puede curar todo tipo de dolencias, incluyendo el VIH-Sida, la parálisis y la diabetes.
La copa
Ambilikile Masapila, conocido hoy día como “el abuelo de Loliondo”, no tiene formación médica alguna. “Mis conocimientos me llegaron a través de los sueños”, afirma. “Los libros y la medicina no han podido curar enfermedades crónicas como el VIH-Sida.”
Unas dos millones de personas en Tanzania, entre ellos 140.000 infantes, son seropositivos. William Mwaipopo, que sufre de problemas cardiacos, ha probado “la copa”. “Antes no podía hacer ningún tipo de trabajo que demandara esfuerzo físico. Siempre me sentía cansado. Después de beber la medicina del “Abuelo”, puedo incluso correr”, explica Mwaipopo. “Cuando llegamos al pueblo, nos encontramos con una cola de veinte kilómetros. Me desalenté, y quería regresarme, porque nunca llegaría mi turno. Pero en el fondo, sabía que tenía que quedarme.”
Kaimu Molela había hecho un viaje de 18 horas para llevar ante el reverendo Masapila a un pariente de edad avanzada y con diabetes. Afirma que hoy día se ha curado. “Regresó en buen estado de salud, gracias a Dios.”
Escepticismo
El Gobierno de Tanzania permanece escéptico, aún cuando varios ministros y funcionarios sí han ingerido la poción. “Estamos esperando el informe oficial de una comisión gubernamental encargada de evaluar el fenómeno in situ”, declaró el ministro tanzano de la Salud, Haji Mponda. Hasta el momento, no se ha publicado ningún informe.
La Iglesia Católica, la más grande de Tanzania, también ha manifestado sus inquietudes: “los milagros no ocurren con tanta facilidad, las personas que ingieren las medicinas deberían actuar con prudencia”, ha declarado el cardenal Polycarp Pengo, arzobispo de la capital Dar es Salam.
Multitudes
Ni las inquietudes de los líderes religiosos y del mundo médico, ni el prolongado y oneroso viaje al pueblo, logran impedir que las multitudes sigan arribando a Loliondo.
“Si consume la medicina en casa, la fórmula mágica no funcionará. Se debe beber la poción sabiendo de qué se padece”, afirma el ex religioso, que complementa el tratamiento con plegarias.
El resultado es que miles de tanzanos se dirigen a la morada de Masapila, en Loliondo.
El precio de un viaje por autobús a este pueblo ha aumentado considerablemente debido a la demanda. Lo mismo ocurre con los vehículos particulares compartidos.
Cuarenta millones de tanzanos tienen que vivir de medio euro por día. En las zonas rurales, solo hay un médico por cada 300.000 habitantes.
http://www.rnw.nl/espanol/article/tanzania-colas-por-un-milagro
Este pequeño centro urbano en la frontera con Kenia debe su repentina aparición en el mapa, también para muchos tanzanos, a un solo hombre.
Plantas
Ambilikile Masapila, antiguo pastor de la Iglesia Luterana de Tanzania, distribuye lo que es conocido bajo el nombre de “la copa”, una poción en base a diferentes plantas por la que cobra 0,25 céntimos de euro, de los cuales 0,10 van a la iglesia, y el resto a él mismo y sus asistentes.
El hombre, de 75 años, afirma que la medicina puede curar todo tipo de dolencias, incluyendo el VIH-Sida, la parálisis y la diabetes.
La copa
Ambilikile Masapila, conocido hoy día como “el abuelo de Loliondo”, no tiene formación médica alguna. “Mis conocimientos me llegaron a través de los sueños”, afirma. “Los libros y la medicina no han podido curar enfermedades crónicas como el VIH-Sida.”
Unas dos millones de personas en Tanzania, entre ellos 140.000 infantes, son seropositivos. William Mwaipopo, que sufre de problemas cardiacos, ha probado “la copa”. “Antes no podía hacer ningún tipo de trabajo que demandara esfuerzo físico. Siempre me sentía cansado. Después de beber la medicina del “Abuelo”, puedo incluso correr”, explica Mwaipopo. “Cuando llegamos al pueblo, nos encontramos con una cola de veinte kilómetros. Me desalenté, y quería regresarme, porque nunca llegaría mi turno. Pero en el fondo, sabía que tenía que quedarme.”
Kaimu Molela había hecho un viaje de 18 horas para llevar ante el reverendo Masapila a un pariente de edad avanzada y con diabetes. Afirma que hoy día se ha curado. “Regresó en buen estado de salud, gracias a Dios.”
Escepticismo
El Gobierno de Tanzania permanece escéptico, aún cuando varios ministros y funcionarios sí han ingerido la poción. “Estamos esperando el informe oficial de una comisión gubernamental encargada de evaluar el fenómeno in situ”, declaró el ministro tanzano de la Salud, Haji Mponda. Hasta el momento, no se ha publicado ningún informe.
La Iglesia Católica, la más grande de Tanzania, también ha manifestado sus inquietudes: “los milagros no ocurren con tanta facilidad, las personas que ingieren las medicinas deberían actuar con prudencia”, ha declarado el cardenal Polycarp Pengo, arzobispo de la capital Dar es Salam.
Multitudes
Ni las inquietudes de los líderes religiosos y del mundo médico, ni el prolongado y oneroso viaje al pueblo, logran impedir que las multitudes sigan arribando a Loliondo.
“Si consume la medicina en casa, la fórmula mágica no funcionará. Se debe beber la poción sabiendo de qué se padece”, afirma el ex religioso, que complementa el tratamiento con plegarias.
El resultado es que miles de tanzanos se dirigen a la morada de Masapila, en Loliondo.
El precio de un viaje por autobús a este pueblo ha aumentado considerablemente debido a la demanda. Lo mismo ocurre con los vehículos particulares compartidos.
Cuarenta millones de tanzanos tienen que vivir de medio euro por día. En las zonas rurales, solo hay un médico por cada 300.000 habitantes.
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