Cerco a los componentes ocultos del tabaco
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Cerco a los componentes ocultos del tabaco
Al comprar una cajetilla de cigarrillos, uno podría pensar, ciñéndose al etiquetado, que el tabaco que llevan sólo contiene nicotina, alquitrán y monóxido de carbono. Sin embargo, la industria lleva muchos años jugando con unos 600 aditivos diferentes con el fin de lograr un doble objetivo: aumentar la adicción a la nicotina y hacer el tabaco más atractivo desde el punto de vista del sabor para los distintos tipos de fumadores, que por lo general desconocen la existencia de estos ingredientes.
El problema reside en que, entre estos aditivos, las sustancias propias de la planta del tabaco y las que se generan en el proceso de combustión a los pulmones del fumador acaban llegando alrededor de 400 compuestos "muy dañinos para la salud" que causan un perjuicio añadido al que conlleva en sí mismo el hecho de fumar.
Incluso aparecen cerca de 70 componentes considerados "carcinógenos humanos de alta potencia", como señala el gerente de la Iniciativa Libre de Tabaco de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Armando Peruga, que cita a este respecto sustancias como el arsénico, el benceno, el cloruro de vinilo o incluso el elemento radiactivo polonio 210, que se acumula en la hoja del tabaco a través de fertilizantes. "Se calcula que un fumador de paquete y medio diario inhala cada año polonio equivalente a la radiación producida por 360 radiografías de tórax", asegura
El CICC es el centro de referencia para el análisis y el control del tabaco en España y actualmente dedica la mayor parte de sus esfuerzos a cumplir con la legislación vigente para asegurar que el tabaco que se pone en el mercado cumple con los límites máximos de los tres únicos componentes que hoy se controlan: la nicotina, que tiene un tope de un miligramo por cigarrillo, el alquitrán (diez miligramos) y el monóxido de carbono (diez miligramos).
La máquina de fumar
Para ello cuenta con una de las cinco máquinas de fumar operativas que hay en España. El aparato trabaja fumando 20 cigarrillos de una tacada y analiza si lo que se vende (las muestras analizadas cubren el 98% del mercado) cumple con los parámetros legales, pero también sirve para estudiar los componentes de los alijos de tabaco de contrabando, que por cierto suelen superar los topes de nicotina. Aunque depende de Consumo, este laboratorio trabaja para la Dirección General de Salud Pública, que dedica al control del tabaco unos 160.000 euros anuales.
El responsable del centro, Agustín Pons, explica que aunque los aditivos no se analizan de forma sistemática, las marcas tienen la obligación "de responder de los aditivos que ponen" a través de unos listados que deben remitir todos los años, de forma que existe una especie de "autocontrol". "Si en algún momento vemos que es necesario entrar a analizar esas sustancias se podría hacer", señala Pons, que no obstante considera que el control del tabaco es hoy el adecuado. "Lo que no puedes hacer es controlar diariamente 200 componentes", agrega explicando que los costes se multiplicarían. No obstante, Pons está convencido de que alguno de ellos, como el benzopireno, "cancerígeno 100%", acabarán formando parte de los análisis de rutina. Lo mismo ocurrirá con la picadura para liar, un tipo de tabaco cuyo consumo se ha disparado
http://www.publico.es/espana/367194/cerco-a-los-componentes-ocultos-del-tabaco
El problema reside en que, entre estos aditivos, las sustancias propias de la planta del tabaco y las que se generan en el proceso de combustión a los pulmones del fumador acaban llegando alrededor de 400 compuestos "muy dañinos para la salud" que causan un perjuicio añadido al que conlleva en sí mismo el hecho de fumar.
Incluso aparecen cerca de 70 componentes considerados "carcinógenos humanos de alta potencia", como señala el gerente de la Iniciativa Libre de Tabaco de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Armando Peruga, que cita a este respecto sustancias como el arsénico, el benceno, el cloruro de vinilo o incluso el elemento radiactivo polonio 210, que se acumula en la hoja del tabaco a través de fertilizantes. "Se calcula que un fumador de paquete y medio diario inhala cada año polonio equivalente a la radiación producida por 360 radiografías de tórax", asegura
El CICC es el centro de referencia para el análisis y el control del tabaco en España y actualmente dedica la mayor parte de sus esfuerzos a cumplir con la legislación vigente para asegurar que el tabaco que se pone en el mercado cumple con los límites máximos de los tres únicos componentes que hoy se controlan: la nicotina, que tiene un tope de un miligramo por cigarrillo, el alquitrán (diez miligramos) y el monóxido de carbono (diez miligramos).
La máquina de fumar
Para ello cuenta con una de las cinco máquinas de fumar operativas que hay en España. El aparato trabaja fumando 20 cigarrillos de una tacada y analiza si lo que se vende (las muestras analizadas cubren el 98% del mercado) cumple con los parámetros legales, pero también sirve para estudiar los componentes de los alijos de tabaco de contrabando, que por cierto suelen superar los topes de nicotina. Aunque depende de Consumo, este laboratorio trabaja para la Dirección General de Salud Pública, que dedica al control del tabaco unos 160.000 euros anuales.
El responsable del centro, Agustín Pons, explica que aunque los aditivos no se analizan de forma sistemática, las marcas tienen la obligación "de responder de los aditivos que ponen" a través de unos listados que deben remitir todos los años, de forma que existe una especie de "autocontrol". "Si en algún momento vemos que es necesario entrar a analizar esas sustancias se podría hacer", señala Pons, que no obstante considera que el control del tabaco es hoy el adecuado. "Lo que no puedes hacer es controlar diariamente 200 componentes", agrega explicando que los costes se multiplicarían. No obstante, Pons está convencido de que alguno de ellos, como el benzopireno, "cancerígeno 100%", acabarán formando parte de los análisis de rutina. Lo mismo ocurrirá con la picadura para liar, un tipo de tabaco cuyo consumo se ha disparado
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