NUESTRAS VIVENCIAS PERSONALES DE LA INFANCIA
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NUESTRAS VIVENCIAS PERSONALES DE LA INFANCIA
Hola de nuevo cuando somos pequeños todo lo que nos pasa se nos queda muy grabado, en mi caso lo que me ocurrión fué triste pero positivo y
me enseñó a tratar a las mujeres con el respeto que se merecen y considerarlas personas con sentimientos y no objetos decorativos. Les cuento lo que me ocurrió para compartirl con todos-as aunque es algo largo les aconsejo que lo lean y comprenderán muchas cosas:Esta bella historia esta vez me pasó a mí y me dejó marcado para siempre al
ocurrirme en mi niñez cuando tenia 6 años. Hasta ahora las otras historias
les habian pasado a amigos mios, esta es totalmente personal y la quiero com-
partir contigo pues es otra historia que te enseña como es la vida y como los
hechos nos la marcan.
Voy a remontarme a la época de los años 60 pues me tocó nacer en un día
23 de Enero de 1956. Por aquel entonces en el año 1.962 yo era un inocen-
te niño de 6 años. Era muy sentimental y cariñoso, igual que ahora, yo siem-
pre he sido así y justo entre el año 1.962 y el año 1.963 comencé a recibir
mis primeros poemas de no se donde unos poemas que me consolaron en tan
triste desenlace como el que yo tuve con otro angel de 7 añitos, otro angel
como tú esta vez morena y de ojos verdes claros y cristalinos y una sonrisa
que me dejaba con la respiración entrecortada. Fue mi primera novia y duró
muy poco porque, bueno mejor comienzo a contarte:
Un día estaba yo sentado en mi pasillo del 4° piso pues eran casas de corre-
dor donde habia pasillos muy largos y veias abajo todos los otros pasillos.
Pues estando sentado, miré al tercer piso y ví como subía una niña guapísima
con una señora de unos 35 años.
Me puse en pie pues a mí las mujeres como es lógico me encantan y me quedé
mirando fijamente a aquella niña hasta que atravesó la puerta de la casa a la
que venia.
Pensé que sería una visita que tenia esa señora de 35 años y que sería una so-
brina que venia a verla. Lástima me dije, me tendré que conformar con verla
a esa niña cuando se vaya. Me tiré toda la tarde sentado en el pasillo hasta
que por fin la puerta se abrió y la niña salió para irse o eso es lo que yo me
creia que era pára irse, pero la ví con una bolsa que supongo sería de basura
y cruzó el pasillo del tercer piso lentamente. De pronto yo que tenia los ojos
clavados en aquella cara de angel, ella miró hacia donde yo estaba y se paró.
Me entró una cosa por el cuerpo rarísima cuando ella se quedó mirándome y
me saludó con la mano.
Qué mal lo pasé pues me dije "me ha pillado mirándola".
Pero luego me dije, "que tonteria si solo están para que las miremos".
entonces pensábamos eso de las niñas como si fueran muñequitas. Que error!
Y se me pasó el mal rato. Hoy mi pensamiento cambió completamente.
Despues ella bajó las escaleras con la bolsa y al poco tiempo subió y yo se-
guía allí en el pasillo para volver a verla claro.
Sin embargo no la ví subir a su pasillo por mas que miraba y de pronto justo
detrás de mí estaba ella. Me volví y me encontré cara a cara, llevándome la
impresión mas grande que jamás me haya llevado. Yo con 6 años delante de
una niña morenita con pelo largo ojos verdes claros que parecian de cristal
y una cara de muñeca que me dejó sin habla.
Yo no podia hablar pero ella sí y me dijo "Me llamo Magdalena" y hoy he ve-
nido a vivir aquí con mi tia.
Yo no sabía ni qué decirla, estaba como paralizado y sobre todo al oir que se
quedaba a vivir con su tía y que no venia de visita.
Aquello no podia ser cierto, no podia haber tenido tanta suerte de tener a ese
angel conmigo para poder verle todos los dias.
Sí, fue mi primera novia entre comillas claro, fue la primera chica que me hi-
zo sentir eso que se siente cuando alguien te gusta cuando te enamoras.
Luego añadió "bueno cuando quieras decirme algo estoy abajo, ya vendré a
verte mañana".
Ni siquiera me atreví a despedirme. Mi madre que estaba viéndolo todo por la
ventana me dijo "¿por qué no la has dicho como te llamas hombre?
Al dia siguiente llamaron a la puerta y yo ese dia tenia mucho sueño porque no
habia dormido en toda la noche pensando en ella.
Abrí la puerta y me la encontré de nuevo cara a cara. Como un idiota no pu-
de articular ni un hola. ¿Me dejas pasar? Me dijo y yo la abrí la puerta y la
dejé pasar. Mi casa solo tenia una habitación, un comedor y una cocina y por
supuesto un servicio pero era muy pequeño.
Por fin salió mi madre y la saludó y la dijo "mira este es mi hijo que se llama
Modesto y que habla mucho pero contigo se ha quedado mudo.
Posiblemente te parezca raro sabiendo que no tengo ningún problema para ha-
blar con las mujeres pero en aquel tiempo era todo lo contrario.
Pasaron los dias y fui cogiendo confianza con ella poco a poco y ya empeza-
mos a jugar. Sin embargo me seguia cautivando cuando se sentaba frente a
mí y me miraba con esos ojos grandes verdosos que tenia y ese olor a fresa
que tenia pues siempre estaba con un chicle de fresa en la boca.
Tenia una cálida sonrisa pues debia ser muy feliz suponia yo. Al fin y al cabo
las niñas no son como los niños, ellas solo son guapas y no tienen problemas
ni tristezas, Dios las ha creado para que las miremos, vamos como si fueran
muñecas pero de carne.
Pronto comprobaría lo equivocado del pensar de los chicos en aquella época.
Una mañana de las que venia a visitarme pues en aquella época era verano y
no habia colegio Magdalena, esa muñeca de carne y hueso que solo era para
mí una cara bellísima dejó de serlo o al menos dejó de ser solo eso, porque sí
la cara siguió siendo la misma pero descubrí algo mas importante que cambia-
ría el concepto que todos los chicos teniamos entonces de las niñas, al menos
para mí.
La sonrisa que ese dia tenia se habia cambiado por una expresión de tristeza
y su mirada se perdía en no se donde.
Algo raro me entró por el cuerpo y me decía yo mismo que esa no era la Mag-
dalena que yo conocia hasta entonces. Sí su belleza era la misma, pero ya no
veia yo esa belleza como la de una muñeca, habia algo mas, mas dentro de
esa carita de angel, ya no era tan perfecta como yo creia, ya era algo mas
que una cara a la que mirar, miré dentro de sus ojos verdes de cristal.
Entonces la pregunté: ¿qué te pasa que no te ries?.
No me rio porque a veces sufro tanto que no me puedo reir y en ese momento
ví esos ojos tan bonitos que tenia, pero esta vez con lágrimas.
Aquello me produjo tal impacto que me costaba respirar, igual que ahora que
lo estoy recordando y escribiendo, porque aquello no fue una película que yo
viera como Titanic, no, era algo real era que descubrí que una niña, que una
mujer es una persona como un niño o como un hombre, que no era una muñe-
ca de carne para ser contemplada solamente, que tenia sentimientos, que se
alegraba y que sufría como yo o quizás mucho mas porque mas tarde descu-
brí que las mujeres sois mucho mas sensibles que nosotros y que salvo excepcio
nes teneis mucho mas corazón que nosotros. Tal vez porque sois madres vues-
tros sentimientos sean mucho mas intensos que los nuestros.
La pregunté que por qué sufria tanto y me dijo que sufría porque sus padres
ya no se querian y estaban separados solo separados porque en tiempos de
Franco el divorcio estaba prohibido. En España existía una dictadura militar.
Siguió diciendo que vivia por eso con su tia porque sus padres tenian muchos
problemas y de momento no podia estar con ellos. Mis padres a mí me quieren
pero yo sufro porque ellos no se quieren y yo quiero que se quieran, dijo ella.
Aquella niña, Magdalena me dio en un instante la lección mas grande que na-
die me haya dado sobre cariño, amor y sobre sentimientos.
Aquella muñeca de carne dejó de serlo para mí y con ella todas las mujeres del
mundo, y pasaron a ser personas con unas cualidades grandiosas, con un cari-
ño y unos sentimientos que jamás hubiera sospechado. Aquella niña era una
preciosa fachada física pero con una gran persona dentro.
Esta niña mas tarde tuvo la suerte de que sus padres se arreglaran y se la lle-
varan con ellos. Yo lloré muchísimo porque la perdí para siempre despues de
despedirme de ella pero por otro lado me alegré porque ya fue mas feliz.
Consiguió que sus padres se volvieran a querer pues al fin y al cabo es lo que
a ella la preocupaba.
me enseñó a tratar a las mujeres con el respeto que se merecen y considerarlas personas con sentimientos y no objetos decorativos. Les cuento lo que me ocurrió para compartirl con todos-as aunque es algo largo les aconsejo que lo lean y comprenderán muchas cosas:Esta bella historia esta vez me pasó a mí y me dejó marcado para siempre al
ocurrirme en mi niñez cuando tenia 6 años. Hasta ahora las otras historias
les habian pasado a amigos mios, esta es totalmente personal y la quiero com-
partir contigo pues es otra historia que te enseña como es la vida y como los
hechos nos la marcan.
Voy a remontarme a la época de los años 60 pues me tocó nacer en un día
23 de Enero de 1956. Por aquel entonces en el año 1.962 yo era un inocen-
te niño de 6 años. Era muy sentimental y cariñoso, igual que ahora, yo siem-
pre he sido así y justo entre el año 1.962 y el año 1.963 comencé a recibir
mis primeros poemas de no se donde unos poemas que me consolaron en tan
triste desenlace como el que yo tuve con otro angel de 7 añitos, otro angel
como tú esta vez morena y de ojos verdes claros y cristalinos y una sonrisa
que me dejaba con la respiración entrecortada. Fue mi primera novia y duró
muy poco porque, bueno mejor comienzo a contarte:
Un día estaba yo sentado en mi pasillo del 4° piso pues eran casas de corre-
dor donde habia pasillos muy largos y veias abajo todos los otros pasillos.
Pues estando sentado, miré al tercer piso y ví como subía una niña guapísima
con una señora de unos 35 años.
Me puse en pie pues a mí las mujeres como es lógico me encantan y me quedé
mirando fijamente a aquella niña hasta que atravesó la puerta de la casa a la
que venia.
Pensé que sería una visita que tenia esa señora de 35 años y que sería una so-
brina que venia a verla. Lástima me dije, me tendré que conformar con verla
a esa niña cuando se vaya. Me tiré toda la tarde sentado en el pasillo hasta
que por fin la puerta se abrió y la niña salió para irse o eso es lo que yo me
creia que era pára irse, pero la ví con una bolsa que supongo sería de basura
y cruzó el pasillo del tercer piso lentamente. De pronto yo que tenia los ojos
clavados en aquella cara de angel, ella miró hacia donde yo estaba y se paró.
Me entró una cosa por el cuerpo rarísima cuando ella se quedó mirándome y
me saludó con la mano.
Qué mal lo pasé pues me dije "me ha pillado mirándola".
Pero luego me dije, "que tonteria si solo están para que las miremos".
entonces pensábamos eso de las niñas como si fueran muñequitas. Que error!
Y se me pasó el mal rato. Hoy mi pensamiento cambió completamente.
Despues ella bajó las escaleras con la bolsa y al poco tiempo subió y yo se-
guía allí en el pasillo para volver a verla claro.
Sin embargo no la ví subir a su pasillo por mas que miraba y de pronto justo
detrás de mí estaba ella. Me volví y me encontré cara a cara, llevándome la
impresión mas grande que jamás me haya llevado. Yo con 6 años delante de
una niña morenita con pelo largo ojos verdes claros que parecian de cristal
y una cara de muñeca que me dejó sin habla.
Yo no podia hablar pero ella sí y me dijo "Me llamo Magdalena" y hoy he ve-
nido a vivir aquí con mi tia.
Yo no sabía ni qué decirla, estaba como paralizado y sobre todo al oir que se
quedaba a vivir con su tía y que no venia de visita.
Aquello no podia ser cierto, no podia haber tenido tanta suerte de tener a ese
angel conmigo para poder verle todos los dias.
Sí, fue mi primera novia entre comillas claro, fue la primera chica que me hi-
zo sentir eso que se siente cuando alguien te gusta cuando te enamoras.
Luego añadió "bueno cuando quieras decirme algo estoy abajo, ya vendré a
verte mañana".
Ni siquiera me atreví a despedirme. Mi madre que estaba viéndolo todo por la
ventana me dijo "¿por qué no la has dicho como te llamas hombre?
Al dia siguiente llamaron a la puerta y yo ese dia tenia mucho sueño porque no
habia dormido en toda la noche pensando en ella.
Abrí la puerta y me la encontré de nuevo cara a cara. Como un idiota no pu-
de articular ni un hola. ¿Me dejas pasar? Me dijo y yo la abrí la puerta y la
dejé pasar. Mi casa solo tenia una habitación, un comedor y una cocina y por
supuesto un servicio pero era muy pequeño.
Por fin salió mi madre y la saludó y la dijo "mira este es mi hijo que se llama
Modesto y que habla mucho pero contigo se ha quedado mudo.
Posiblemente te parezca raro sabiendo que no tengo ningún problema para ha-
blar con las mujeres pero en aquel tiempo era todo lo contrario.
Pasaron los dias y fui cogiendo confianza con ella poco a poco y ya empeza-
mos a jugar. Sin embargo me seguia cautivando cuando se sentaba frente a
mí y me miraba con esos ojos grandes verdosos que tenia y ese olor a fresa
que tenia pues siempre estaba con un chicle de fresa en la boca.
Tenia una cálida sonrisa pues debia ser muy feliz suponia yo. Al fin y al cabo
las niñas no son como los niños, ellas solo son guapas y no tienen problemas
ni tristezas, Dios las ha creado para que las miremos, vamos como si fueran
muñecas pero de carne.
Pronto comprobaría lo equivocado del pensar de los chicos en aquella época.
Una mañana de las que venia a visitarme pues en aquella época era verano y
no habia colegio Magdalena, esa muñeca de carne y hueso que solo era para
mí una cara bellísima dejó de serlo o al menos dejó de ser solo eso, porque sí
la cara siguió siendo la misma pero descubrí algo mas importante que cambia-
ría el concepto que todos los chicos teniamos entonces de las niñas, al menos
para mí.
La sonrisa que ese dia tenia se habia cambiado por una expresión de tristeza
y su mirada se perdía en no se donde.
Algo raro me entró por el cuerpo y me decía yo mismo que esa no era la Mag-
dalena que yo conocia hasta entonces. Sí su belleza era la misma, pero ya no
veia yo esa belleza como la de una muñeca, habia algo mas, mas dentro de
esa carita de angel, ya no era tan perfecta como yo creia, ya era algo mas
que una cara a la que mirar, miré dentro de sus ojos verdes de cristal.
Entonces la pregunté: ¿qué te pasa que no te ries?.
No me rio porque a veces sufro tanto que no me puedo reir y en ese momento
ví esos ojos tan bonitos que tenia, pero esta vez con lágrimas.
Aquello me produjo tal impacto que me costaba respirar, igual que ahora que
lo estoy recordando y escribiendo, porque aquello no fue una película que yo
viera como Titanic, no, era algo real era que descubrí que una niña, que una
mujer es una persona como un niño o como un hombre, que no era una muñe-
ca de carne para ser contemplada solamente, que tenia sentimientos, que se
alegraba y que sufría como yo o quizás mucho mas porque mas tarde descu-
brí que las mujeres sois mucho mas sensibles que nosotros y que salvo excepcio
nes teneis mucho mas corazón que nosotros. Tal vez porque sois madres vues-
tros sentimientos sean mucho mas intensos que los nuestros.
La pregunté que por qué sufria tanto y me dijo que sufría porque sus padres
ya no se querian y estaban separados solo separados porque en tiempos de
Franco el divorcio estaba prohibido. En España existía una dictadura militar.
Siguió diciendo que vivia por eso con su tia porque sus padres tenian muchos
problemas y de momento no podia estar con ellos. Mis padres a mí me quieren
pero yo sufro porque ellos no se quieren y yo quiero que se quieran, dijo ella.
Aquella niña, Magdalena me dio en un instante la lección mas grande que na-
die me haya dado sobre cariño, amor y sobre sentimientos.
Aquella muñeca de carne dejó de serlo para mí y con ella todas las mujeres del
mundo, y pasaron a ser personas con unas cualidades grandiosas, con un cari-
ño y unos sentimientos que jamás hubiera sospechado. Aquella niña era una
preciosa fachada física pero con una gran persona dentro.
Esta niña mas tarde tuvo la suerte de que sus padres se arreglaran y se la lle-
varan con ellos. Yo lloré muchísimo porque la perdí para siempre despues de
despedirme de ella pero por otro lado me alegré porque ya fue mas feliz.
Consiguió que sus padres se volvieran a querer pues al fin y al cabo es lo que
a ella la preocupaba.
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