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Vitaldent: Ven con un problema; y te encontraremos cincuenta

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Mensaje por jewss Dom Nov 27, 2011 3:55 pm

Quien haya tenido alguna vez un dolor de muela, sabrá que la desesperación para que te quiten ese dolor es increíble.

Es entonces cuando buscas un sitio, cualquiera; si trabajas a turno partido y puede ser fuera de horas de trabajo mejor. Así es como llegamos nosotros a la clínica Vitaldent.
Llamas pidiendo cita; te concretan una visita en seguida que pueden y ahí estás.
Y parece que una vez entras; te hayas metido en esa especie de lugar “sectario” en que entras por un dolor de muelas y sales con una hoja en que, a parte del problema con el que entrabas; sales con 50 cosas más; con su precio al lado y con una cara incrédulo que no puedes con ella.

No pretendo que esta opinión sea objetiva; porque me es imposible.
Hablo desde mi punto de vista; desde todo lo que vi, oí y viví aquella hora que estuve acompañando a mi chico en esa clínica de la que salí con la sensación de ser imbécil.

EL INICIO DE MI RELACIÓN CON VITALDENT

Vamos a situarnos un poco...

Mi chico empezó con un dolor de muela. Una muela picada.
Soy enfermera; no odontóloga ni médico como para saber diagnosticar; pero vi claramente que tenía ahí un flemón y le dije que tendría que ir al dentista (ya sabemos todos como está la seguridad social, y lo que puedes esperar a que te saquen una muela...).
Yo a partir de mis conocimientos le indiqué unos analgésicos para que fuera tirando hasta que encontráramos el sitio dónde acudir; y empecé a buscar clínicas dentales en la ciudad donde vivimos.

Tengo que decir que aquí abundan. Consultas, clínicas, franquicias... Así que fui mirando horarios para que él no tuviera que plegar antes de trabajar (que no están las cosas como para ir faltando al trabajo).
Y mientras buscaba apareció el anuncio del “Ven, ven a Vitalden..” y decidí mirar el horario.
“Cierre a las 21h”. Perfecto! Ya teníamos dónde ir.
Se lo digo a mi chico; y él llama.

Al cabo de un rato me dice: “Me harán una radiografía y un presupuesto gratuito, y entra una higiene dental gratis”.
Gratis, ese sustantivo que nadie nos creemos y que sabemos que terminan cobrando de otra parte...

Y aquí es donde empezó mi historia con Vitaldent. Breve pero intensa...
Perdonádme por el tono irónico en que voy a narrarla... Pero es que sino me lo tomo así creo que es para llorar.

VITALDENT, BIENVENIDO AL MUNDO EN QUE TU DINERO ES LO MÁS IMPORTANTE


Llega el momento; él esta nervioso y dolorido. Nunca ha pisado un dentista. La vida es así. Hace unos años los dentistas eran algo a lo que se acudía si se tenía una muela picada para que te la arrancaran; o si el niño tenía los dientes muy torcidos y querían ponerle esos hierros escandalosos que se ponían antes.
Entramos a esa clínica dental; llena de cartelitos con el lema “Ven, ven a Vitaldent” y sonrisas Profiden que te miran fijamente.
Me abofetea el olor repugnante que hacen esos sitios; una mezcla de desinfectante y otros olores que no sé cómo describir.

Una señora está hablando con la chica que se encarga de coger el teléfono y recibir a los clientes.
Pregunta información acerca de la limpieza bucal gratuita que anuncian.
Me siento en una especie de sala de espera; formada por cuatro sillas mal puestas y ojeo un folleto informativo.
La recepcionista me mira y me sonríe. Recuerdo su anterior anuncio.... “Sonrisoterapia Vitaldent”.
Por fin se va la señora que quería tan sólo saber como conseguir una limpieza bucal gratuita; sin tener que pasar por el maltrago de hacerse un presupuesto antes.


Nos toca. Nos pide que nos sentemos en la “salita” en la que yo ya llevo un buen rato sentada observando el ir y venir de personal en el pasillo.
Dos chicas jóvenes, una señora algo más mayor y un chico.
Menos la señora más mayor; que se ha metido en el despacho que queda a nuestro lado; los otros tres parece que se lo están pasando de vicio. Se ríen dentro de un consultorio; salen de ahí unas carcajadas que me ponen aún más nerviosa.
No puedo evitar escuchar a la señora que está en el despacho del lado hablar por teléfono. Tiene la puerta abierta. Por lo que puedo entender; está llamando a un chico; del que ya ha dicho su nombre con sus dos apellidos; para informarle que no puede financiar su tratamiento dental y que es necesario que financie éste a otro nombre para poder hacerlo.
Trabajo en sanidad; y desgraciadamente lo de la “confidencialidad y respeto por los datos del paciente” es algo que por situaciones como la que acabo de describir; se nos escapa de las manos.


Una vez cuelga el teléfono; sale a buscarnos.
Es atenta, muy amable. Me parece demasiado correcta.
Se presenta dándonos la mano; nos invita a sentarnos y saca un bolígrafo y papel de un cajón.
Por un momento tuve la sensación de ir a pedir un crédito al banco; más que a que le miraran la boca a mi chico.
Miro a mi alrededor. La puerta sigue abierta; por lo que en caso de que hubiese alguien en la salita de espera; se enteraría de qué estamos haciendo ahí.
La señora amable; empieza a hablar sobre Vitaldent. Su historia, la cantidad de clientes que tienen alrededor del mundo; sus horarios; y una tarjetita que nos presenta sólo llegar.
Ahora tengo la sensación de estar sentada en el Stand Financiero de Carrefour; y pienso en el día en que me hice la Tarjeta Pass.
Creo que la mujer se ha dado cuenta de mi cara de escepticismo y finalmente nos pregunta cuál es el motivo por el que hemos ido a visitarles.
“Por fin”, pienso. Llevamos 5 minutos sentados en este despacho; me he enterado que Vitaldent es una gran empresa; que ella es una comercial ideal y que además; Vitaldent tiene una tarjeta con la que acumulas puntos; pero nadie se había dignado aún a preguntarnos qué hacíamos ahí.

Entonces nos habla del funcionamiento de la clínica.
“Hoy te haremos una radiografía y un presupuesto gratuito”.
Empieza por abrir una ficha en el ordenador. Un montón de preguntas que vamos respondiendo... Nombre, Apellidos, Edad, Fecha de Nacimiento, DNI, Profesión, Estado civil, Cómo conocimos vitaldent, Enfermedades Previas, Tratamientos médicos...
En fin, que sólo le faltó preguntarnos el número de calzado que llevamos.

Después de esto empieza a hablar sobre “la confidiencialidad y privacidad de datos”. Sonrío inocentemente, afirmando a todo lo que me dice.
Suerte que no es una consulta de un sexólogo; y sólo una clínica dental... Porque sino a parte de saber toda la gente de la salita de espera dónde vivimos, sabría porqué acudimos ahí.

Nos levantamos de ese despacho y nos dirigimos a la sala de radiología. La mujer le explica muy amablemente a mi chico cómo debe situarse para poder hacer la radiografía; y sale de ahí.
Me sonríe y me dice que si quiero, puedo mirar por la ventana como le hace la radiografía a mi chico.
La miro incrédula; odio que me traten como una niña; y le digo sin mucha amabilidad que estoy harta de ver cómo hacen radiografías en el hospital.

Automáticamente nos pasan a un consultorio. Me quedo de pie en un rincón. Mi chico se tumba en “el sillón de la muerte”.
Me fijo en el estado desgastado y no muy cuidado del consultorio.
La señora políticamente correcta me invita a sentarme a una silla; y yo accedo.
Abre el ordenador; y nos dice que en un momento saldrá la radiografía en la pantalla y que vendrá el Doctor a verle.
Ajusta la puerta y nos deja ahí solos.

Sale la radiografía en la pantalla y empiezo a mirarmela.
No tengo mucha idea de interpretación de radiografías; pero algo puedo interpretar.
Entra la señora; acompañada por el “doctor” y me encuentran mirando la radiografía.
“Eres técnica de radiología?”
No, soy enfermera.
“Ah, vale”.

Se presenta el doctor. Es brusco, nos aprieta la mano diciendo su nombre sin darme tiempo ni a entenderlo.
Se sienta en la silla; le pregunta el nombre a mi chico y automáticamente le pregunta “Quieres llevar una dentadura postiza?”
La cara de mi novio es un auténtico poema. Responde con un inocente, “qué dices?”
El “Doctor” vuelve a repetir la pregunta por tres veces, poniéndole más énfasis a lo de “dentadura postiza”.
“Si, de aquellas que se quitan y se ponen; como las que llevan los abuelos que se meten en un frasco de agua”.

Sabemos lo qué es una dentadura postiza; señor. Lo sabemos.
Lo que no sabemos es porqué, si venimos a que le mire una muela que le duele; antes de preguntar “qué te pasa”; nos viene con esta estúpida pregunta.
Se mira la radiografía y empieza a decir números de dientes y acciones:


“Extracción de tal, tal y tal”. “Reconstrucción de tal, tal y tal”. “Raspado de los cuatro”. “Implantes de las extraídas”.
Me empiezo a poner nerviosa.
No sé de qué habla.

Un tío, jóven, desarreglado; con las gafas mal puestas y una mascarilla; se ha presentado de malas formas; se ha sentado en una silla y lo único que ha hecho es pedirle a mi novio si quiere llevar dentadura postiza y ha empezado a cantar números que la señora que nos atendió inicialmente; va apuntando en una hoja.
Estoy flipando.

Cuando termina; el “Doctor” viene a decirnos que mi chico tiene la boca muy mal; pero que por suerte se puede arreglar.
Que saldrá caro; pero que sino con el tiempo; saldrá aun más caro.
Nos vuelve a dar la mano (sin tan siquiera habérselas lavado) y sale por la puerta.
Miro a mi novio; y creo que sólo sé ver en sus ojos un “ya me explicarás qué es lo que ha venido a decir este tío porque yo no he entendido nada”.


Nos pasan otra vez al despacho inicial.
Ahora la señora nos hará el presupuesto.
Ahora es la señora quien nos dice que claro, que vale dinero. Pero que si no se arregla esta boca a tiempo; un implante vale 1500e y que en un futuro saldrá aun más caro.
Sé que interpreta mi cara de incredulidad ante sus palabras; y me mira como observo el ordenador cada vez que va apretando una función y el precio va subiendo más.

Finalmente imprime el papel; que tiene una cifra de 4 números por los que yo tengo que trabajar bastantes horas; y nos indica que si queremos; podemos pagarlo a plazos.
Me facilita su correo electrónico para que le hagamos llegar la nómina, el DNI y la libreta de ahorros escaneada para empezar cuanto antes con el tratamiento.

Salgo de ahí con el sobre entre las manos; sin articular palabra y con mi novio aún con dolor de muelas; hacia la farmacia a comprar un antibiótico; pensando en que acabo de vivir la situación más surrealista de mi vida y pensando que mientras esté cuerda; no volveré a poner los pies en esa clínica chupadinero.
RESUMIENDO

Lo he explicado de esta forma para que os hagáis una idea de cómo me sentí estando ahí. Y no quiero ni pensar que si yo me sentí así; cómo debió sentirse mi chico.

En mi vida se me ha ocurrido cuestionar a una persona que tiene un infarto porqué ha esperado tanto tiempo en venir; y regañarlo por ello.
Nunca he tratado a un paciente como este señor lo ha hecho; es más; si viera algún compañero tratar así a alguien se lo diría sin dudarlo.
Hacerte llamar “doctor” no significa tener el derecho de tratar a nadie con esa superioridad y ese desprecio.

Por mi parte; la experiencia fue más que desagradable.
Desde el funcionamiento, hasta la sensación de haber entrado ahí con un problema y haber salido con 50; sin que te solucionen nada y saliendo pensando en cómo pagar lo que te están diciendo que tienes que pagar para no terminar con una dentadura postiza.
Además de sentir la impotencia que sientes cuando llegas a casa y piensas “pero porque no te has desahogado y le has dicho a ese personaje todo lo que pensabas acerca de su actitud”.

Por lo que he sabido posteriormente, todas las clínicas Vitaldent funcionan de forma similar.
Supongo que no en todas partes habrá personajes como este doctor; pero que van a buscar más problemas de los que tienes en realidad sí.
Cuidado; es todo lo que os puedo decir. Cuando una empresa se dedica a hablar de ella misma antes de preocuparse por tu motivo de consulta y del dolor que puedes tener; ya está diciendo mucho de ella misma.

Mucha propaganda no significa mucha eficacia; ni mucho menos; profesionalidad.

http://www.ciao.es/Clinicas_Vitaldent__Opinion_1949593
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Mensaje por vicky Mar Nov 29, 2011 4:30 pm

Shocked ostrasssssssssssssss
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