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"Somos la octava potencia y nos tratáis como un país de quinta fila"

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"Somos la octava potencia y nos tratáis como un país de quinta fila" Empty "Somos la octava potencia y nos tratáis como un país de quinta fila"

Mensaje por jewss Mar Dic 07, 2010 11:20 am

El Gobierno español desplegó una clara estrategia en público y sobre todo en privado para recuperar las relaciones con EE UU, pero las heridas abiertas por la retirada de las tropas españolas de Irak en mayo de 2004 tardaron mucho en cicatrizar. Los cables de la embajada de Madrid muestran cómo el Gobierno de Bush usó el incidente para tratar de sacar el máximo provecho en la presión sobre la dirección de la política exterior española con una estrategia de "palo y zanahoria", como ellos mismos la definieron. Mientras España hacía concesiones en Afganistán, en la reconstrucción de Irak, en el uso de las bases españolas y en otros frentes como el caso Couso o los vuelos de la CIA, EE UU mantenía una dura presión frente a los gestos de Zapatero hacia países como Venezuela o Cuba, llegando a provocar cierta desesperación en el seno del Gobierno español. "Somos la octava potencia mundial, pero EE UU nos trata como un país de quinta fila", llegó a quejarse el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, al embajador en 2006.

EE UU aprovechó desde el primer momento la disposición española para mejorar las relaciones para presionar a favor de sus intereses. El embajador Argyros planteó que se entrenase a oficiales iraquíes en España y que el Ejército español asumiera mayores responsabilidades en Afganistán. Con el tiempo, logró ambas cosas.

Tras meses de tensión y desencuentro, España mostró su interés en normalizar la relación. En su discurso en la recepción real al cuerpo diplomático del 13 de enero de 2005, Juan Carlos I proclamó que la relación con EE UU era un "punto de referencia fundamental" para España y que había que "desarrollar mejores lazos bilaterales con EE UU a todos los niveles". El director general de política exterior, Rafael Dezcallar, se acercó enseguida al encargado de negocios de la Embajada de EE UU, Robert Manzanares, para hacerle notar que él había escrito esa parte del discurso y que junto a otros gestos, eso tenía un significado: "Queremos enviar señales claras de que queremos volver", le atribuyen que dijo.

Poco después, Manzanares, por entonces al frente de la embajada, defendía ante Washington la oportunidad de aprovechar la crisis de las relaciones para sacar partido en interés de EE UU. "Estamos en la actualidad en una posición fuerte para influir a Zapatero a adoptar un curso más productivo con el que lograr los intereses de EE UU en España y otras partes del mundo", decía. "Por ahora, el uso equilibrado del palo y la zanahoria con el Gobierno español ha puesto a España en la dirección correcta", señalaba Manzanares, que advertía del riesgo de que si seguían los "desaires", el "orgullo nacional y la humillación" podrían llevar a Zapatero a prestar oídos sordos a la colaboración con EE UU.

Pese a esas reflexiones, en los años siguientes hubo más palos que zanahorias en la relación bilateral. Al menos en dos ocasiones, los papeles de la embajada mencionan que en el modo de llevar la relación bilateral con España se había seguido una estrategia específica dictada por la secretaria de Estado, Condoleezza Rice.

Cerca de cumplir un año en el poder, el 6 de abril de 2005, Zapatero recibió en La Moncloa al vicesecretario de Estado de EE UU, Robert Zoellick (actual presidente del Banco Mundial).

El tema más espinoso, lógicamente, era el de la relación bilateral. "Zapatero dijo que nunca pediría a EE UU que hiciera algo que no puede y, a su vez, no quería que EE UU le pidiese hacer algo en lo que no cree". Zapatero dijo que entendía el enfado de Bush por la retirada de tropas de Irak, pero que él había dejado clara su postura en la campaña electoral y había seguido sus "convicciones y compromisos". El presidente del Gobierno lamentó no haber tenido contactos con la Administración de Bush antes de ser elegido, pero culpó de ello a que ninguna autoridad estadounidense se había acercado a él en sus cuatro años como líder de la oposición. Una ironía, dado que Zapatero había visitado EE UU en 1990 en un viaje del Departamento de Estado para jóvenes líderes. Según Zapatero, en aquel viaje y después ha aprendido que EE UU es un gran país con gran éxito, que a veces también "crea grandes problemas", según el entrecomillado que le atribuyen.
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